El trastorno bipolar consiste en un cuadro en el que se produce un trastorno psiquiátrico, que se caracteriza por episodios de depresión, que alternan con otros de comportamiento excitado, que se denominan manía.
Es un cuadro poco frecuente en niños, sobre todo los más pequeños, aunque sí puede verse, de forma excepcional, en edad escolar. En la adolescencia sí es más frecuente su diagnóstico, sobre todo en niños con cierta predisposición genética o bien por el ambiente familiar. De hecho, parece que su origen reside en un componente genético que predispone a su aparición, aunque no es raro que existan factores externos que puedan ayudar a que el cuadro se manifieste.
Qué síntomas produce el trastorno bipolar en niños.
En los niños en edad escolar, aparte de ser un cuadro poco frecuente, el problema reside en que los síntomas no son sencillos de distinguir. En estos niños el trastorno bipolar puede presentarse como variaciones bruscas y cíclicas del humor, o como una depresión con alto componente de irritabilidad. Puede que evidencien cambios en el humor de forma fácil y llamativa, carácter explosivo, enfados sin motivo o episodios de hiperactividad que alternan con otros en los que se retraen más. Cuando estos síntomas son evidentes en casa o en el colegio, porque dificultan su vida normal, se debe consultar siempre. En muchos casos suelen llamar la atención de los profesores al tener un rendimiento escolar bajo, como consecuencia de estos síntomas.
En los adolescentes sí alternan, con más facilidad, los episodios de depresión con otros de exaltación o manía, en los que presentan síntomas como muchas ganas de hacer cosas, no paran de hablar, tienen grandes ideas o elevado apetito sexual. En casos concretos pueden llegar a tener alucinaciones y delirios. Y en caso de manejar dinero no tienen ningún control de este, gastándolo con facilidad.
Qué complicaciones puede producir un trastorno bipolar en niños.
Lo más frecuente es que estos cuadros afecten la vida social de los niños que los padecen, alterando sus relaciones sociales y su rendimiento escolar. En los casos más graves existe un aumento del riesgo de suicidio, sobre todo en las fases depresivas. En las fases maníacas los adolescentes pueden incurrir en problemas como consumo de drogas, contagio de enfermedades de transmisión sexual o riesgo de embarazos no deseados.
Cómo se diagnostica un trastorno bipolar.
El diagnóstico se basa en la historia clínica, en la que la familia relata los síntomas que pueden hacer sospechar del cuadro. En la exploración el pediatra trata de descartar signos que puedan orientar a procesos que pueden estar relacionados con estos cuadros. A veces es útil la realización de alguna prueba complementaria, sobre todo en los casos en los que se sospecha que existe un cuadro de fondo relacionado con estos procesos.
Cómo se trata.
El tratamiento puede ser complejo y, aunque la base son el apoyo familiar y el tratamiento psicológico y psiquiátrico, muchos de los niños que tienen un trastorno bipolar precisan de tratamiento farmacológico. Estos fármacos poseen importantes efectos secundarios, y por eso el seguimiento, cuando se utilizan, suele ser bastante estrecho, por parte de los profesionales implicados (pediatra, psicólogos y psiquiatras).
Qué pronóstico tiene el trastorno bipolar.
Lo que más suele ayudar al correcto tratamiento y enfoque de esta patología es su detección precoz. Para ello es fundamental señalar si existen antecedentes familiares para que el pediatra pueda sospechar el cuadro cuando aparezcan síntomas que puedan ser compatibles con él. Y cuando aparezcan cambios bruscos en el comportamiento o el humor, o un bajo rendimiento escolar relacionado con estos cambios, consultar siempre.
